Este sitio web utiliza cookies para mejorar su experiencia mientras navega. Las cookies que se clasifican según sea necesario se almacenan en su navegador, ya que son esenciales para el funcionamiento de las características básicas del sitio web. También utilizamos cookies de terceros que nos ayudan a analizar y comprender cómo utiliza este sitio web. Estas cookies se almacenarán en su navegador solo con su consentimiento. También tiene la opción de optar por no recibir estas cookies. Pero la exclusión voluntaria de algunas de estas cookies puede afectar su experiencia de navegación.
Imprescindibles
Las cookies necesarias son absolutamente esenciales para que el sitio web funcione correctamente. Esta categoría solo incluye cookies que garantizan funcionalidades básicas y características de seguridad del sitio web. Estas cookies no almacenan ninguna información personal.
No imprescindibles
Estas cookies pueden no ser particularmente necesarias para que el sitio web funcione y se utilizan específicamente para recopilar datos estadísticos sobre el uso del sitio web y para recopilar datos del usuario a través de análisis, anuncios y otros contenidos integrados. Activándolas nos autoriza a su uso mientras navega por nuestra página web.
Me da consuelo oír el reloj, porque me parece que me acerco un poquito más a Dios para verlo, al ver pasada la hora de la vida. En otras ocasiones estoy de tal manera que... Seguir leyendo
info
Me da consuelo oír el reloj, porque me parece que me acerco un poquito más a Dios para verlo, al ver pasada la hora de la vida. En otras ocasiones estoy de tal manera que ni siento que vivo ni me parece que tenga ganas de morir, sino que estoy, como he dicho muchas veces, como en mis grandes penalidades, con una tibieza y una oscuridad en todo. Con haber querido el Señor que se sepan en público estas gracias que Su Majestad me concede (me lo dijo hace algunos años, que habrían de ser públicas, cosa que me dio mucha fatiga), hasta ahora no he sufrido poco, como usted sabe, porque cada uno lo toma como le parece. Me ha resultado un consuelo que no sea por mi culpa, porque yo solo se las he explicado a mis confesores, o a personas que, por ellos, sabía que lo sabían, y aun así he ido con un cuidado extremo, y no por humildad, sino porque, como he dicho, incluso a los mismos confesores, me daba pena explicarlas. Aunque murmuran de mí mucho, y con buen celo, y algunos temen hablar conmigo e incluso confesarme, y otros me dicen demasiadas cosas, ahora ya, gloria a Dios, como entiendo que el Señor ha querido utilizar este medio para remediar a muchas almas, como lo he visto claro, y como me acuerdo de lo mucho que sufrió el Señor por una sola alma, muy poco me importa todo. No sé si se debe esto a que Su Majestad me haya metido en este rinconcito, tan riguroso, de mi nuevo convento, donde, como cosa muerta, pensé que ya no habría más memoria de mí. No ha sido tanto como yo habría querido, ya que forzosamente he de hablar con algunas personas. Pero, como estoy donde no me ven, parece que ya el Señor ha sido servido en echarme a un puerto del que espero, en Su Majestad, que será seguro.
Morfeo Editorial
El contacto de seguridad todavía no está disponible. Si necesitan esta información solicítenla mediante este enlace
Este artículo no tiene advertencias de seguridad. Si tienen alguna duda al respecto consulten al contacto de seguridad.