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Todos los días rezamos el Padrenuestro: "Santificado sea tu nombre". Y hacemos bien en pedirlo, porque Dios es la más abrumada de cargas de todas las palabras humanas. Ninguna ha sido tan envilecida, tan mutilada.... Seguir leyendo
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Todos los días rezamos el Padrenuestro: "Santificado sea tu nombre". Y hacemos bien en pedirlo, porque Dios es la más abrumada de cargas de todas las palabras humanas. Ninguna ha sido tan envilecida, tan mutilada. Las generaciones de los hombres han desgarrado la palabra con sus partidimos religiosos; por ella han matado y por ella han muerto; ella lleva las huellas de todos los dedos y la sangre de todos. Es comprensible que algunos sugieran permanecer en silencio durante un tiempo con respecto a las "cosas últimas", para que las palabras mal empleadas puedan ser redimidas. Pero así no se las puede redimir. No podermos limpiar la palabra "Dios" ni devolverle su integridad; lo que si podemos es, profanada y mutilada como ésta, levantarla del polvo y enderezarla una hora al menos con el máximo cuidado. Eso es lo que intenta este libro: quitar a la palabra "Dios" algo de la suciedad que los siglos han ido depositando sobre ella. Ahora bien, lo único auténticamente eficaz para purificar el nombre divino es lograr que una nueva praxis de los creyentes lleve a asociar en el futuro la palabra "Dios" con experiencias positivas y liberadoras. La reflexión teológica sobre Dios puede servir para impulsar en la dirección correcta esa nueva praxis de los cristianos. Luis González-Carvajal, sacerdote de la diócesis de Madrid, es profesor del Instituto Superior de Pastoral y autor, entre otras obras, de Esta es nuestra fe (15ª ed.), Evangelizar en un mundo postcristiano (2ª ed.) e Ideas y creencias del hombre actual (4ª ed.).
SAL TERRAE, EDITORIAL
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