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Si Occidente está viejo es porque los cristianos de hoy no lo hemos renovado. Nuestro mundo está despersonalizado, la espiral del mal se ha impuesto, por todos lados han surgido nuevas esclavitudes. Está enfermo y... Seguir leyendo
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Si Occidente está viejo es porque los cristianos de hoy no lo hemos renovado. Nuestro mundo está despersonalizado, la espiral del mal se ha impuesto, por todos lados han surgido nuevas esclavitudes. Está enfermo y falto de alegría. El cálculo y el interés tienen más fuerza que el amor gratuito y la ternura, unos abusan de o tros, algunos son tratados como cosas... Occidente gime y clama por una acción renovadora que está en manos de todos, pero muy particularmente en manos de nosotros los cristianos. La juventud desea vida y verdad, no ideologías y mandamientos. Está sedienta por encontrar alguien que cure sus heridas y alivie el peso de sus culpas, en lugar de hacerlas más pesadas con amenazas y condenas. Como San Pablo, esclavo de la ley hasta que encontró su libertad en Cristo, los cristianos necesitamos reaccionar: dejar de percibir la religión como una camisa de fuerza que no nos permite ser como querríamos, y despertar a las misteriosas y escandalosas verdades que nos enseñó Cristo. Este libro quiere gritar que Cristo sigue vivo, que es fuerza y pasión, que habita y obra con nosotros. Que en él estamos divinizados, y que con él haremos obras incluso mayores que las que Él hizo. Que por Él, con Él y en Él empieza la verdadera revolución cristiana que el mundo está esperando.
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